Ese septiembre que era su adolescencia llegó corriendo, mientras la mochila le golpeaba la espalda y el corazón latía con fuerza por la carrera, pero también por el recuerdo. No hubo lugar para la duda más allá de los segundos de rigor, esos que sabía que estaba perdiendo pero que también necesitaba.
Lo comprendió en seguida, todo encajó en los vulgares límites del puzzle que era su vida y que estaba reconstruyendo, recomponiendo, creando incluso. Después de toda una década empeñada en destruirlo para poder llegar a conocerse lo suficiente, esa era la última pieza que le faltaba. Lo supo en ese momento, como lo había sabido siempre.
Y el Destino le había dado tantas señales que ya le era imposible ignorarlo.
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Suena: Jessie's Girl, Rick Springfield.
Desde mi ventana: está bajada la mosquitera y una de las hojas ligeramente abierta.
escribes muy bien
ResponderEliminarTu destino siempre te da señales. Yo quiero unas pocas también! Comparte.
ResponderEliminarNunca podemos evitar al destino ni envidarle con una carta marcada....
ResponderEliminarA veces la clave del puzzle está justo delante, la hemos tenido siempre, pero no nos hemos dado cuenta, o sí lo hemos hecho, sin saber mirarla bien.
ResponderEliminarMe encanta: "Lo supo en ese momento, como lo había sabido siempre."
=)